El pasado
miércoles no vi el partido del C. A. Osasuna, solamente escuché acciones puntuales por una de esas
radios donde informan de todos los partidos en juego. Todo ello porque no
quería que mí bipolaridad rojilla pasara por un momento de extrema depresión
tras el gran partido del pasado domingo contra el Real Zaragoza. La verdad,
debo decirlo, no fue una gran decisión personal ya que al no ver las
evoluciones de los rojillos a lo largo de la totalidad del partido, mis
sentimientos y sensaciones rojillas, se vieron abocadas a un continuo subir y
bajar, cual montaña rusa vamos.
De primeras el
empate me supo a poco y me acosté en la cama altamente deprimido. Todo porque
Ibrahima, cual pantera negra con instinto asesino, logró dos goles en dos
magníficos zarpazos, bueno, mejor dicho en dos grandes cabezazos, que nos
adelantaron por dos veces en el marcador; pero tras ambos goles, los nuestros,
con la disposición táctica y los cambios del mister al frente, no supieron
finiquitar una victoria que nos habría llevado a puestos de la Europa League a
expensa de los partidos a disputar el jueves.
En segundo lugar
y tras leer las diferentes crónicas y comentarios en prensa escrita e internet,
mi indignación por el empate cosechado en Getafe ha ido acentuándose letra a
letra, frase a frase, párrafo a párrafo, artículo tras artículo. Pero también
esas diferentes lecturas me han llevado a pensar que hay que dar por bueno el
punto arañado, pues gracias a la entrega y a la garra de los rojillos echados
totalmente atrás, han conseguido traer un punto para la vieja Iruñea.
Es lamentable y
desilusionante comprobar una vez más que la banda izquierda rojilla fue un
coladero. Incluso tras los forzados parches llevados a cabo por nuestro
entrenador, el cual, antes del descanso ya había cambiado a un desubicado
Cejudo y una vez ya en los vestuarios, el sacrificado fue un más que
voluntarioso y limitado a su vez, Raitala. Pero hay bipolares rojillos y rojillas
que pensamos que los parches ciertamente fueron peores remedios que la
enfermedad en sí, ya enquistada partido a partido en la banda izquierda
rojilla, y eso solo ateniéndome a lo leído en foros de aficionados del C.A.
Osasuna y demás medios antes mencionados.
Está claro, al
menos para este rojillo bipolar, que la banda izquierda debe de ser un continuo
dolor de cabeza para nuestro mister, sino no se entienden los cambios
realizados y la premura de los mismos. Unas permutas que en algunos días
puntuales y a pesar de la ínfima calidad de los sustitutos para la banda
izquierda en Getafe, nos han llenado de consuelo a nuestras mentes rojillas
trastornadas alguna vez. Pero… ¿Para qué están los jóvenes Satrustegui y Annunziata?
Por las medias de la brujita de Campanas,
¿Cuándo contaremos de una vez y por todas con nuestra cantera y la de los demás
equipos existentes en Navarra?
De todas formas
y sin querer dar más vueltas al inquietante trastorno rojillo existente por la
banda izquierda, el cual también siento cual yonki rojillo al profesar una
sensación conjunta, pero indudablemente no revuelta, entre júbilo y desilusión
tras el partido contra el Getafe F.C.S.A.D., ya estoy deseando que llegue el
próximo partido. Además contra el líder de la categoría. Una escuadra invicta
en las jornadas jugadas, algo que suele motivar a los nuestros. Pero, siempre
hay un pero en cualquier bipolaridad, por otro lado es un equipo humilde como
el nuestro. Es un conjunto de esos que los rojillos no saben cómo jugar, ni como
ganar. Uno de esos partidos incluso, en los cuales los nuestros creen ganar
antes de salir a la cancha a luchar.
En fin, tal vez
sea esta extraña sensación que hay en mi interior de rojillo bipolar en el día
de hoy, la que me hace no tener ni idea de lo que puede pasar en la próxima
batalla contra el Levante U.D. S.A.D. De todas formas y como siempre, yo haré
mi función de adicto osasunista y nos veremos en el campo de batalla a orillas
del río Sadar.
Aupa Osasuna!
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